Soy racista y tú también, mi querido colombiano (OPINIÓN)

Jun 3, 2020
11:20 AM

BOGOTÁ — El miércoles 27 de mayo, dos días después del asesinato de George Floyd, un hombre afro-americano asesinado por la policía de Minneapolis, EE.UU, me puse analizar como la mayoría de mis contactos de mis redes en Colombia compartían con orgullo la transmisión en vivo del lanzamiento del cohete Falcon 9 patrocinado por el billonario Elon Musk y la NASA. Un orgullo ajeno que no entendía. Un romanticismo hacia los acontecimientos codiciosos de los gringos. Eventos fascinadores que refuerzan un sueño americano falso.

Y pensaba, ¿qué orgullo hay en venerar a una nación liderada por la supremacía blanca que está protegida por el sistema policial y judicial, y apoyada por su actual presidente? Una nación que asesina a la comunidad negra a plena luz del día. Una nación cuyo actual presidente tilda a la gente negra de “thugs” (matones) y a los blancos, armados con metralletas al frente de un edificio estatal para protestar el confinamiento, como “gente buena”. Un país donde tratan a los inmigrantes de color como plagas, como criminales. Un imperio que se enriquece por la operación de las cárceles privadas donde aproximadamente 120 mil personas inocentes, la mayoría gente de color, están tras las rejas. Una sociedad que lucha por el derecho a tener pistolas y no a tener acceso a salud universal. Un pueblo que deja que sus impuestos sean gastados en la industria de armas nucleares, tanques y soldados para acabar con civilizaciones y así poder llamarse el país más poderoso del mundo.

No entendía la indiferencia por parte de la sociedad colombiana ante la evitable muerte de Floyd donde Derek Chauvin, un policía, puso el peso de todo su cuerpo sobre el cuello de Floyd por 8 minutos para ahogarlo, dejarlo sin aire, mientras imploraba por su vida. ¿Por qué murió? Por ser negro.

Luego entendí porque tanta indolencia por parte de ustedes, de mí. Somos un país lleno de racistas. Un racismo arraigado en nuestra cultura. Veneramos a la raza blanca europea y esa propaganda occidental que no nos representa mientras por debajeamos a nuestra comunidad indígena y humillamos a nuestras hermanas y hermanos afrocolombianos. Nuestro sistema educativo nos enseñó que el colonialismo fue lo mejor que nos pudo haber pasado negando una historia de genocidios y violaciones a nuestro ancestros.

A los 12 años, recuerdo decirle a mi mamá el deseo que tenía de poder tener los ojos azules y el pelo “mono”. No me sentía bien conmigo misma. Yo, una mujer de piel canela, pelo café oscuro, ojos negros, cejas pobladas y mucho bello por todo mi cuerpo. En mi adolescencia, cuando veía a una persona con color de piel más oscura a la mía, automáticamente pensaba las cosas más retorcidas: que me iba a robar, a violar, que era pobre o sin inteligencia. Así crecí yo.

Crecí en una familia donde los comentarios de negros eran los que nos ponían a carcajadas. Donde mi padre decía: “los negros son difíciles. Son un cultura difícil” o donde mi mamá decía: “Es negro, pero muy querido” Y yo nunca me di cuenta de lo retorcido que éramos.

En Colombia, no se habla de racismo. Se habla de clasismo, de estratos y de apellidos porque es así, nos tapamos los ojos para no aceptar que existe racismo institucional y estructural. No se necesitan estadísticas para ver con propio ojo la  discriminación que nuestra comunidad afro colombiana e indígena se enfrenta día a día. Usted lo ha visto cada vez que va a Cartagena. Usted y yo somos parte del problema con nuestros prejuicios y acciones.

Se nos olvidó que fue la comunidad negra de San Basilio de Palenque que luchó por nuestra libertad de los españoles.

Si queremos un mundo sin pobreza, sin opresión y desigualdad, hay que emprender un camino anti-racista y empezar con uno mismo. No podemos quedarnos callados. Aceptemos y encaremos lo que somos. Eduquémonos. Despertemos. Así podremos avanzar. Publicar una pantalla negra y compartir hashtags, para lavarnos las manos y salir inmunes de este problema, no es suficiente.

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María Camila Montañez es colombiana y escribió para Latino Rebels en 2017. Twitter: @mariacmontanez.