Los latinos en los Estados Unidos les deben todo a los afroamericanos (OPINIÓN)

Jun 4, 2020
11:27 AM

(Foto de Alfonso Gonzales Toribio)

Original English version here.

Traducido por Sayda Sosa

La revocación de la Decimocuarta (14a) Enmienda de la Constitución, o al menos su garantía de ciudadanía por derecho de nacimiento, ha sido durante mucho tiempo la máxima fantasía de los nativistas estadounidenses, como Stephen Miller, Ann Coulter, y Joe Arpaio. Se puede entender por qué. Cada 30 segundos, un latino en los Estados Unidos cumple 18 años. Si nacieron en los Estados Unidos, eso significa que ahora pueden votar en los Estados Unidos. Y como votantes es muy probable que no apoyaran a las personas que quieren quitarles la ciudadanía en el país de su nacimiento. Pero, aunque los xenófobos en poder hacen guerra contra familias de estatus mixto a través de deportaciones, reglas de carga pública y jugando con el censo de EE.UU., la revocación de la 14a Enmienda sigue siendo solo un sueño para los que odian a los latinos. Incluso en la era de Trump, parece que la 14a Enmienda y su garantía de ciudadanía por derecho de nacimiento es una protección constitucional con la que las comunidades latinas pueden contar.

Sin embargo, las protecciones y los derechos que la 14a Enmienda garantiza a los hijos de inmigrantes latinos, no nacieron de la lucha por los derechos de los inmigrantes. La 14a Enmienda, escrita inmediatamente después de la Guerra Civil para preservar las nuevas libertades de los ex esclavos, es el resultado de una lucha aún más larga y brutal en la historia de Estados Unidos: la lucha por la justicia racial. Esa lucha ha sido emprendida principalmente por los afroamericanos, en beneficio de todas las minorías raciales. La 14a Enmienda es solo un ejemplo entre muchos de cómo los latinos se han beneficiado por la lucha de los afroamericanos.

Las personas de color no negras en Estados Unidos, especialmente aquellos de nosotros que somos inmigrantes o descendientes de inmigrantes recientes, a veces sentimos que no pertenecemos a ninguna de las dos categorías raciales, blanco o negro, de la historia estadounidense. Los latinos en particular pueden sentirse de alguna manera neutrales, incluso alienados, de la lucha por la justicia racial en Estados Unidos, especialmente cuando se trata de luchar por los afroamericanos. ¿Por qué deberíamos nosotros, que acabamos de llegar, sentirnos responsables de lidiar con el legado del mal cometido por los Estados Unidos mucho antes de que nuestros padres o abuelos cruzaran la frontera?

Estas preguntas importan mas que nunca. Escribo mientras otra ciudad estadounidense arde en una insurrección, provocada por el asesinato de George Floyd, pero un resultado predecible del abuso a largo plazo de la comunidad afroamericana de Minneapolis por parte de la policía. ¿Qué deberían hacer los latinos en esos tiempos? Sin duda, algunos estarán con la policía, con discriminacion contra los afroamericanos y, en última instancia, con el poder blanco en Estados Unidos. Muchos más tratarán de permanecer neutrales o silenciosos, viendo solo otra confrontación entre blancos y afroamericanos que tiene poco que ver con nosotros. Eso sería un error trágico.

La realidad es que la lucha por la justicia racial en los Estados Unidos no es solo una lucha de blancos y afroamericanos, aunque es innegable que los afroamericanos han estado luchando por más tiempo. La lucha por la justicia racial es lo que formará el lugar de los latinos en los Estados Unidos. Las victorias obtenidas en esa lucha son la base de todas las vidas de los latinos en este país, una fundación establecida por los afroamericanos y que los latinos hoy en día a menudo dan por hecho. Como lo expresó el escritor guatemalteco-estadounidense Héctor Tobar en su reflexión sobre el asesinato de Martin Luther King: “El éxito de mi familia en este país se asoció en mi mente con la sangre y el sacrificio de la commundad negra… creo que cada niño latino crece de esta manera, en proximidad al drama de la historia estadounidense y sus variados jugadores, tratando de averiguar dónde pertenece”.

Hoy, los latinos deben elegir qué papel jugamos en este último capítulo de la lucha de Estados Unidos por la justicia racial. Espero que elijamos rechazar la neutralidad y luchar por la justicia racial. Para hacerlo, los latinos deben luchar contra la anti-negritud.

Debemos comenzar por luchar contra la anti-negritud en nuestras propias comunidades. Con demasiada frecuencia hemos traído con nosotros a los Estados Unidos los prejuicios contra los afrolatinos que prevalecen en América Latina, que fueron formados por las mismas estructuras de esclavitud y colonialismo europeo como en los Estados Unidos. Desde Argentina hasta México, las sociedades latinoamericanas son profundamente racistas contra las personas de origen africano. Estas mismas sociedades han celebrado y adorado la blanquitud durante siglos a costa de nuestros compañeros latinoamericanos negros. Si no podemos enfrentar esa realidad, ¿cómo podemos comenzar a enfrentar lo que está frente a nosotros aquí en los Estados Unidos?

Las comunidades latinas no negras en este país también adoptan con demasiada frecuencia las actitudes, los estereotipos y las cosmovisiones anti-negras que encontramos en los Estados Unidos como parte de un proceso de asimilación. Este es un camino bien recorrido en la historia de los inmigrantes estadounidenses. Muchos grupos de inmigrantes han sentido en la lucha contra la negritud la oportunidad de asimilarse en la blanquitud, o al menos acercarse más a ella. Los latinos estadounidenses, como el grupo de minoría étnico más grande y la mayor parte de la población nacida en el extranjero en los Estados Unidos, no deben seguir este camino. Sería un desastre para la causa de la justicia racial si lo hiciéramos, sin mencionar que es un compromiso con la misma ideología de la supremacía blanca que ha motivado tanto horror a nuestro pueblo, desde la masacre de Porvenir hace más de 100 años hasta la masacre de El Paso solo el año pasado.

Hay un mejor camino a seguir. A veces puede ser más difícil, pero es el único que nos lleva a donde realmente queremos ir: el camino hacia una democracia verdaderamente multirracial en los Estados Unidos. Y ese es un camino establecido, tallado, y defendido por la comunidad afroamericana. Son ellos los que siempre han obligado a los Estados Unidos rendir cuentas por no cumplir con sus ideales fundacionales. Como Nikole Hannah-Jones escribió en su ensayo para el Proyecto 1619: “Los estadounidenses negros han sido y siguen siendo fundamentales para la idea de la libertad estadounidense. Más que cualquier otro grupo en la historia de este país, hemos servido, generación tras generación, en un papel pasado por alto pero vital: somos nosotros los que hemos perfeccionado esta democracia “.

Los líderes, activistas, escritores y pensadores negros han dejado un plan para cada estadounidense de color sobre cómo ser estadounidense en una América que no te trata como a un igual. Los latinos deberían, por supuesto, estar orgullosos de nuestra parte en la lucha por la justicia racial en Estados Unidos. Como un estadounidense de origen mexicano, personalmente me orgullece el hecho de que los esclavos que huyeron de la esclavitud en los Estados Unidos encontraron libertad en México y que la Victoria en Puebla, que celebramos el Cinco de Mayo, retrasó no solo a los franceses sino también a los confederados.

Los latinos deberían celebrar que la decisión de 1947 Méndez v. Westminster sentó el precedente para Brown v. Board of Education.

Esto nos recuerda que en la lucha por la justicia racial, los afroamericanos y los latinos comparten un destino común, como lo ha demostrado el desproporcionado impacto de la pandemia COVID-19 en las comunidades afroamericanas y latinas. Sin embargo, los latinos también deben reconocer que, en su mayor parte, simplemente hemos seguido los pasos de la comunidad afroamericana cuando se trata del camino traicionero hacia un Estados Unidos más justo.

Hoy, los latinos deben continuar siguiendo el ejemplo de los afroamericanos. Eso significa que los latinos deben exigir justicia para George Floyd, para Ahmaud Arbery, y para Breonna Taylor. Los latinos deben decir Black Lives Matter (Las vidas negras importan) no solo en las redes sociales, sino también en nuestras mesas de cena y a nuestras familias. Esto significa movilizar el poder político latino en solidaridad con las luchas afroamericanas, siguiendo el ejemplo de los líderes latinos como Julián Castro y Alexandria Ocasio-Cortez, quienes han abrazado sin excusa la causa de poner fin a la violencia policial. Significa reconocer y apoyar a los afrolatinos y la diversidad completa de los pueblos latinoamericanos, incluso criticar a nuestros países de origen cuando maltratan a personas negras. Por ejemplo, al ser de doble nacionalidad estadounidense y mexicano, tengo el deber de criticar el abuso del gobierno mexicano hacia los migrantes africanos, parte de la vergonzosa complicidad de México con las políticas anti-inmigrantes de la administración Trump. También significa condenar a un presidente de los Estados Unidos que ha incitado abiertamente la violencia contra los afroamericanos en Minneapolis, algo de lo que los latinos que recuerdan El Paso deberían reconocer el peligro. Esta es solo una pequeña parte de la deuda que los latinos tienen con los afroamericanos, ya que son ellos y sus sacrificios los que han creado la posibilidad de un país en el que nosotros también podamos pertenecer.

En 1968, apenas unas semanas antes de ser asesinado, Martin Luther King le escribió a César Chávez, el líder de los United Farmworkers, los Campesinos Unidos, que estaba en medio de un ayuno de 25 días por la no violencia.

Vía UFW

“La situación de su gente y la nuestra es tan grave”, le escribió King en el telegrama a Chávez, “que todos necesitamos desesperadamente el ejemplo inspirador y el liderazgo efectivo que han dado”.

Este reconocimiento por parte de King de una lucha compartida confirma que, a lo largo de la historia de los Estados Unidos, los latinos se han beneficiado de la lucha por la justicia racial, disfrutando de los derechos ganados para nosotros por las luchas de la gente negra. Hoy, cuando los afroamericanos nuevamente enfrentan una avalancha de violencia de pesadilla, desamor, discriminación y pérdida, es hora de que los latinos les devuelvan el favor.

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Antonio De Loera-Brust es escritor, cineasta y ex miembro del personal de campaña del Condado de Yolo, California. Recientemente trabajó en las campañas presidenciales de Julián Castro y Elizabeth Warren. Le encantan los tacos, el fútbol y las actividades al aire libre. Escribe sobre la diversidad, los obreros agrícolas y la política. Twitter @AntonioDeLoeraB.